Seguidores

martes, 15 de noviembre de 2011

Descubrí que podía evitar que mis lágrimas descendiesen de mis ojos si me mordía los labios, que el alcohol y el desamor se son infieles, se hacen daño. Comprobé que el sexo en lugares públicos me excita y que me convierto en zorra cuando me besan el cuello.También descubrí que mi cuerpo vibra si mi clítoris baila, y entonces la temperatura de mi cuerpo se eleva, y la cordura se esfuma. Me acelera que me acaricien la cintura, y pierdo el control si me arañan las piernas. Me estremezco si tras perder la educación me susurran cosas feas al oído, y seguidamente su aliento se posa en mi nuca. Si sus manos me buscan, que se encuentren donde quieran, pero me perturbo si recorren cada centímetro de mi cuerpo. Me escandaliza que coman la oreja, que me cojan de improvisto y me pongan contra la pared, o contra el suelo, sin pensar en las consecuencias. Me gusta que sea instintivo, como si fuésemos un par de animales que se devoran sin preocuparse del volumen de sus gemidos, o de si se arrancarán la piel mientras se comen el uno al otro. Me encanta que las cosas se pongan difíciles, que me provoquen y me entre la ansiedad de besar sin que me lo permitan, que aumenten mis ganas y entonces sea yo la que tome las riendas de la situación. Mirar y no tocar, tocar pero no probar, probar y no saborear, y si se lo permito, entonces, saborea. Las lenguas se unen, o se pierden en nuestros cuerpos, el proceso es lento porque es solo el principio, y me gusta notar como la respiración se acelera, la lujuria se apodera de nosotros, el control se va perdiendo y todo se va volviendo más húmedo y confuso…



No hay comentarios:

Publicar un comentario